viernes, 5 de agosto de 2011

Entrena tu discurso.

Esta mañana hablaba con un compañero de trabajo mientras nos tomábamos un café y me preguntaba qué pasaba si en un juicio pasaba algo inesperado, algo con lo que no contábamos.

Le he contestado que uno tiene que estar siempre preparado para lo inesperado. Le ha sonado a frase de libro de autoayuda y se ha echado a reír. Nada más lejos de la realidad, cuando alguien se enfrenta no a un discurso, más bien a una conversación, un enfrentamiento dialéctico debe contar con que la otra persona es precisamente eso, una persona, y no podemos saber con certeza cuál será su reacción ante una frase determinada.

Es bien sabido que alguien que va a afrontar un discurso debe preparase, esto lo tenemos asumido. También tenemos asumido que un debate requiere de igual preparación, pero esto no es del todo cierto. Requiere de preparación pero ésta ha de ser ligeramente distinta, porque no se trata sólo de saber qué queremos trasmitir y cómo lo vamos a hacer, también tenemos que tener en cuenta otra variable “inesperada” que es nuestro contrario, aquél cuyo papel es desmentir lo que nosotros decimos o, en algunos casos, descubrir todo lo que se esconde tras nuestras palabras.

Recordaba así un trabajo anterior en el que mi principal función era convencer a mi interlocutor –en realidad hoy en día muchos trabajos consisten en ello-, cada mañana, antes de reunirnos con nuestros clientes, hacíamos una simulación de negociación. Lo que hacíamos en esta simulación no era otra cosa que someternos a preguntas inverosímiles que no teníamos miedo de responder porque lo hacíamos ante compañeros. Esa seguridad nos bastaba para encontrar fácilmente la respuesta a esa pregunta inesperada, de esa forma nos preparábamos para afrontar una situación similar pero real.

El entrenamiento de nuestro speach, nuestro discurso –un discurso que debe ser flexible teniendo en cuenta el factor sorpresa- nos es válido para cualquier trabajo o rol desempeñado: desde el vendedor de coches, al profesional jurídico, pasando por el político o el piloto de fórmula uno que se enfrenta a una entrevista, todos utilizamos el lenguaje como herramienta de trabajo, absolutamente todos, así que, igual que el atleta debe entrenar, nosotros (ese nosotros engloba a todo el mundo) debemos prestar atención a nuestro discurso. Al final, en cualquier trabajo, nos vamos a enfrentar a una situación que requiera convencer a otra persona. No hace falta que diga la importancia que tiene para aquellos que buscan un empleo tener un discurso bien definido capaz de convencer al entrevistador.

Recuerda la importancia que tienen los debates para los políticos con mayor capacidad dialéctica, para aquellos que controlan más datos o para aquellos que tienen una dilatada experiencia. Recuerda los últimos debates que has visto. ¿Recuerdas al vencedor? ¿Crees que no había entrenado para la ocasión?

No hay comentarios: